DOI 10.35381/cm.v7i12.457

 

Educación Tradicional: Un modelo de enseñanza centrado en el estudiante

 

Traditional Education: A student-centered teaching model

 

 

Ana Patricia Galván-Cardoso

anapatriciagalvan@hotmail.com

Institución Educativa Técnica Industrial Pedro A. Oñoro de Baranoa, Atlántico

Colombia

https://orcid.org/0000-0002-2358-9909

 

Elizabeth Siado-Ramos

elsira0477@gmail.com

Institución Educativa Distrital San Gabriel, Barranquilla

Colombia

https://orcid.org/0000-0002-9600-668X

 

 

 

 

 

 

 

Recibido: 20 de enero de 2021

Aprobado: 15 de abril de 2021

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RESUMEN

El estudio tiene como propósito analizar la educación tradicional como un modelo de enseñanza centrado en el estudiante. Se sustentó en teorías referenciales de autores como Morin, (2011), Freire (2002), entre otros. Es una investigación de carácter descriptiva, bajo un diseño documental bibliográfico. Como conclusión, se cree necesario que los alumnos visualicen a la escuela como una parte significativa en su vida, para así comprender el significado de lo que están estudiando. Los niños/as de hoy en día son más conscientes del mundo que les rodea de lo que han sido las generaciones pasadas. Por ello, la escuela no se puede construir sobre cómo era antes, independientemente si ese modelo funcionaba o no, ya que era un una perspectiva diferente y los niños/as de generaciones anteriores respondían a patrones culturales y sociales que los que se viven actualmente.

 

Descriptores: Educación tradicional; escuela; método de enseñanza. (Palabras tomadas del Tesauro UNESCO).

 

 

 

ABSTRACT

The purpose of the study is to analyze traditional education as a student-centered teaching model. It was based on referential theories of authors such as Morin, (2011), Freire (2002), among others. It is a descriptive research, under a bibliographic documentary design. As a conclusion, it is believed necessary that students visualize school as a significant part of their life, in order to understand the meaning of what they are studying. Today's children are more aware of the world around them than past generations have been. For this reason, the school cannot be built on how it was before, regardless of whether that model worked or not, since it was a different perspective and the children of previous generations responded to cultural and social patterns than those currently experienced.

 

Descriptors: Traditional education; school; teaching methods. (Words taken from the UNESCO Thesaurus).

 

 

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

Los retos que recibe la educación han sido enfrentados, durante las últimas décadas del siglo XX e inicios del XXI, con la búsqueda de un modelo holístico, endógeno y sostenible. Sin embargo, las tentativas de llevar a la realidad estas iniciativas, con sensibilidad ambiental y rostro humano, no han dado los resultados esperados. Los actuales contextos de un mundo globalizado expresan las grandes diferencias, que evidencian el fracaso de las políticas de erradicación del hambre y de construcción de una paz duradera.

Ante esto, Morin, (2011) comenta que la educación, es una de las responsables de comunicar los conocimientos, la cual permanece ciega ante lo que es el conocimiento humano, sus disposiciones, sus imperfecciones, sus dificultades, sus tendencias tanto al error como a la ilusión y, no se preocupa, en absoluto, por hacer conocer lo que es conocer.

Para pensar en una propuesta educativa que enseñe a “aprender a aprender”, es necesario pensar en un cambio no sólo en lo educativo, sino también en lo político, económico, social, ecológico, espiritual y cultural, entre otros; que permita una comprensión de la realidad. En esto, la construcción del conocimiento y el rol de las ciencias tienen un papel fundamental, para lo cual debemos pensar en formar un ser humano como objeto de conocimiento individual y social. En este sentido, pensadores como Freire (2002) proponen que es necesario construir una epistemología sobre la base de una comprensión integral del ser, partiendo desde el propio conocimiento, ya que la realidad de los otros se entiende sólo cuando se percibe y entiende la propia realidad.

Sin embargo, el mundo se está transformando pero el sistema educativo no ha cambiado desde el siglo XIX. En una entrevista realizada a Schank (2007) el cual describe que “El sistema educativo que tenemos hoy y que ha seguido invariable desde hace años se puede resumir de la siguiente manera: un profesor entra en clase y habla. Los alumnos, como mucho, toman apuntes y como no pueden recordar lo que se les dijo, les hacen exámenes.

Pero poco después de hacer los exámenes lo olvidan todo. Ahora mismo muchos alumnos no podrían aprobar, por ejemplo, el examen de historia que realizaron en primero de Bachillerato. Una de las razones es porque no se puede aprender lo que nos dicen, se aprende haciendo. En el sistema educativo  actual,  el objetivo que los estudiantes tienen es aprobar los exámenes y sacar buenas notas.

En ese sentido, el mundo educativo no ha cambiado cuando la educación sigue siendo básicamente la misma. Hoy en día, a los alumnos les interesan otras cosas diferentes de las que les interesaban a nuestros padres y abuelos. El sistema educativo actual está planteado como una pirámide, de arriba hacia abajo,  estando  los  profesores  arriba  y  los alumnos abajo. Ahora es preciso cambiar este método propio del siglo XIX por un modelo asociativo: alumnos y   profesores tenemos que establecer alianzas y escucharnos unos a otros.  (Prensky,  citado  por  Calleja,  2010). 

Por otro lado, si se sigue educando a nuestros hijos como  nos  educaron a nosotros nunca van a encontrar la solución a los problemas globales, porque el mundo ha cambiado muchísimo y ahora nuestros hijos aprenden mucho más por sí mismos, en las redes sociales y con otros compañeros antes que en el aula: El papel de los maestros debe ser  la  de  preparar  a  los  alumnos  para  el  futuro,  para  que  descubran  su  talento. (Gerver, citado por Calleja, 2010).

 

DESARROLLO

Educación tradicional

El proceso educativo se ha visto afectado por lo tradicional, lo memorístico y lo rutinario en lo intelectual, posiblemente, porque en los estudiantes no se fomenta una educación activa y participativa, sino repetitiva, es decir, se incentiva a que el alumno obtenga un conocimiento a ciegas, lo cual va en detrimento del proceso que debiese ser cien por ciento cambiante, para lograr un alto nivel académico.

Para Chávez (2011), la educación tradicional ha sido y es, represiva y coercitiva en la parte moral, memorística en lo intelectual, discriminatoria y elitista en el plano social, conformista en lo cívico; produciendo un estudiante pacifista en lo intelectual, no creativo y sin iniciativa. Además dice, que los estudiantes siempre tienen la sensación de no saber exactamente porqué o cómo fue que obtuvieron una nota aprobatoria o no.

Tomando como referencia la definición anterior, resulta pertinente ampliar esa forma que la autora denomina tradicional y de ahí, precisamente, tomar la designación de este tipo de evaluación. En ese sentido, Arredondo, Carranza, Huerta, Pliego y Rico (2014) presentan una síntesis sobre el paradigma educativo tradicional, de donde se tomarán las bases que hoy dan sustento a la llamada evaluación tradicional.

Así pues, según los autores, la educación tradicional se fundamentó en la escolástica; que significa método y orden, en donde el profesor es el cimiento y condición del éxito educativo, a quien le corresponde organizar el conocimiento, aislar y elaborar lo que debe ser aprendido y trazar el camino por el que transitarán sus alumnos. Adicionan, que el profesor es modelo y guía al que se debe imitar y obedecer.

Así mismo, indican los autores que este tipo de enseñanza tuvo como herramientas el magistrocentrismo, en donde el maestro es el modelo y el guía al que se debe obedecer; el enciclopedismo, en donde todo lo que el niño tenía que aprender se encontraba organizado, ordenado y programado en el manual escolar; y el verbalismo y la pasividad, en donde el método de enseñanza era el mismo para todos los niños y en todas las ocasiones, siendo la repetición de lo que el maestro decía un elemento fundamental en ese entonces. Enfatizan, además, que los alumnos debían emplear en gran medida la memorización de conceptos, dejando atrás el análisis y la comprensión de los contenidos.

Por su parte, Tonucci (1993) citado por Bernad (2007) considera que la educación tradicional oscila sobre la idea de que la actividad de los alumnos implicada en su proceso de aprender, consiste básicamente en recibir del profesor la información que sólo este conoce e ir acumulándola, con vistas a poderla reproducir con la máxima fidelidad en el momento del examen. Adiciona, que esta concepción del proceso de enseñanza-aprendizaje responde a una visión “bancaria” de la enseñanza, cuyo mecanismo nuclear se resumiría en trasladar los conocimientos desde la cabeza del enseñante a las de los enseñados.

 

Características de la  educación tradicional

En cuanto a la educación tradicional Zabalza (2007) expresa que se caracteriza por tener un currículo inflexible y  centrado en el aula. El carácter presencial en el modelo tradicional ha limitado a los estudiantes en su proceso de aprendizaje; de este modo, Benítez  (2014, p.3) expresa que se fundamentaba en “un momento determinado y en un lugar determinado donde el experto (profesor) transmitía conocimientos de forma unidireccional a  los  aprendices  (alumnos)”.

En este sentido, Robinson (2012) menciona que la educación tradicional está consumida por pensamientos inapropiados y ficticios sobre cómo enseñar, en casos hasta donde se malinterpreta los comportamientos en los jóvenes, como los trastornos de déficit de atención e hiperactividad y acudiendo a la medicina alópata para generar un cambio en la conducta del estudiante, hacerlo más dócil y no reconociendo que los tiempos han cambiado y que los jóvenes han adquirido un modelo diferente de aprendizaje.

Es por ello que, la educación tradicional está afrontando nuevos retos dentro del entorno cultural y académico, porque la tecnología y la cultura marcan aspectos relevantes,  cambiantes que requieren ser modificados y vinculados en la nueva era del conocimiento digital, creando la necesidad de estar a la vanguardia en la enseñanza y el aprendizaje.

De este modo, Robinson (2012) expresa que se limita la ansiedad del estudiante durante el proceso de formación, provocando que este no sea capaz de explotar su potencial de aprendizaje debido a los métodos incorrectos de enseñanza. Pero no solo se transgreden  los métodos  de enseñanza, sino que la educación tradicional posee el interés del industrialismo que radica en la construcción de fábricas que pasan a hacer escuelas, cuyas instalaciones son separadas por barrotes, cada producto posee una fecha de fabricación como se evidencia en la escuela tradicional, en el que separan y agrupan a los estudiantes por edades y se espera obtener un buen resultado por el producto y por parte de los estudiantes.

Es así como se experimenta la falta de vanguardismo en la educación del siglo XXI, dejando a un lado la era digital, la construcción de conocimiento y del  pensamiento divergente, para seguir formando educandos lineales, objetivos,  estructurales y suprimidos en la ideología del industrialismo, en el que solo se produce materia prima (Robinson, 2012).

Por tanto, teniendo en cuenta que la globalización está rompiendo las barreras de acceso a la información y al conocimiento; Sinisterra y Rodríguez (2009),  expresan que la  educación debe alinearse a los cambios que la globalización ha impulsado en el mundo. Asimismo Jenkins (2011) comenta que es imperativo que los esquemas tradicionales de aprendizaje y enseñanza se transformen para preparar a las personas  hacia  el  mundo  que  será y no el que fue.

En este sentido, la educación tradicional debe cambiar su enfoque y reorientar el currículo hacia la flexibilidad, con el objetivo de resaltar en los estudiantes sus roles de protagonistas, reestructurando los esquemas dirigidos del aula; lo anterior invita a explorar  otras  posibilidades  como la virtualidad o el currículo basado en las TIC.

 

Hacia una escuela del siglo XXI

En relación a este aspecto Noro (2017 p.2) expresa que "No podemos insistir con un modelo que basta asomarse a una escuela para ver que no funciona”, que no creen en ella ni los directivos, ni los docentes, ni los alumnos, que cuando se les pregunta para qué van dicen 'porque nos obligan, y si no, no vendrían nunca. Se debería pensar algo que sea absolutamente transformador.

La concepción de tiempo, de espacio y de homogeneización que tiene la escuela, es decir, todo eso que está naturalizado, debe replantearse". ¿Cómo tendría que ser el modelo educativo del futuro? Es muy difícil predecir cómo será un paradigma que aún no ha sido creado, pero algunas hipótesis se pueden sostener.

Para dar respuesta a los desafíos indicados dice Sarramona (2012 p.34), que “la escuela ha de profundizar en la flexibilidad organizativa interna, en la utilización de los recursos más diversos y actuales, donde entra inevitablemente el mundo digital, y en la atención personalizada de cada alumno, de modo que colabore a compensar las desigualdades sociales en vez de profundizarlas".

Asimismo, Noro (2017 p.6) indica que "la administración educativa continua debiera preocuparse más de estos aspectos fundamentales que de determinar de forma detallada lo que tienen que hacer los docentes, a los cuales se debiera otorgar amplia libertad de acción a cambio de velar por la consecución de resultados óptimos". En un mundo diversificado, dinámico y en permanente transformación es muy difícil imaginar un sistema escolar unificado a nivel nacional como el que existe hoy en gran parte del mundo.

 

Educación para todos a lo largo de toda la vida

La asimilación de tecnologías y conocimientos científicos que se renuevan permanentemente exige una capacidad de adaptación y una voluntad de saber lo que los sistemas educativos deben promover. Asimismo,  Glaser y Bassok (2009) expresan que en lo sucesivo, el desarrollo de las facultades de aprendizaje será más importante que la acumulación de conocimientos. El asunto no es tanto aprender sino aprender a aprender. Es sabida la frase que un niño dirigió a su maestro, referida por el psicoanalista Bruno Bettelheim: “Enséñame a hacerlo yo solo”.

Esto es tan esencial, por cuanto la mayoría de los expertos en prospectiva vaticinan que el espectro de los oficios cambiará rápida y profundamente; no obstante, es imposible saber con precisión cuáles serán los oficios más relevantes dentro de diez o veinte años. De modo que, para evitar que el sistema educativo produzca futuros desempleados, será preciso renunciar a la oposición tradicional entre tiempo de estudio y tiempo de trabajo.

La distinción entre el aprendizaje y su aplicación profesional es ya imposible en una sociedad donde los descubrimientos científicos y sus aplicaciones concretas se suceden a un ritmo cada vez más rápido, que nada tiene que ver con lo que podía antes aprenderse en una vida y una carrera profesional. En lo sucesivo, la educación debería ofrecer a cada cual no tanto una especialización sino la capacidad de cambiar de especialidad a lo largo de la existencia y de afrontar los cambios económicos y sociales; en este sentido, tiene, por tanto, la obligación de ser transdisciplinaria.

Con esta perspectiva, Glaser, Lieberman y Anderson (2007) expresan que hay que considerar la educación ya no como un aprendizaje limitado en el tiempo, sino como un proceso que continúa durante toda la vida. La educación para todos durante toda la vida no es simplemente la suma de la educación inicial, ya que constituye la formación permanente y presupone el surgimiento de una sociedad educativa, que ha superado el concepto limitativo y compartimentado de las tres etapas de la vida: la del aprendizaje, la del trabajo y la del descanso. Un enfoque estrictamente social no es suficiente para luchar contra el desempleo.

A este respecto, los autores Fenstermacher y Richardson (2004) enuncian que hay que atreverse a aplicar remedios de índole educativa, si  se quiere compensar las pérdidas de calificación, que serán cada vez más frecuentes en una economía y un entorno tecnológico que se encuentran en constante mutación. Con esta perspectiva, es menester dar prioridad a todas las variantes de la formación postescolar, a las experiencias de aprendizaje en el trabajo o de manera complementaria con éste,  a la educación de adultos.

Es por ello que, con miras a garantizar este acceso fundamental a la educación durante toda la vida, Delors (1999) propuso la creación de un “crédito-tiempo” [crédit-temps], una especie de bono de formación que daría a cada persona el derecho a cierto número de años de aprendizaje, y que cada cual usaría en función de sus preferencias, su itinerario personal, su experiencia escolar y el ritmo temporal que le acomode. En particular, esta solución permitiría otorgar una segunda oportunidad a quienes abandonen el sistema educativo a los 16 o 18 años.

Bajo esta perspectiva, el citado autor, precisó proponer una nueva definición del papel de la escuela. Esta no puede seguir operando en un recinto hermético. Es preciso que se libere del doble síndrome del molino de diplomas y de la torre de marfil, para llegar a ser, por un lado, un recurso local de desarrollo y, por otro, un centro de irradiación cultural. La escuela  del siglo XXI será, por necesidad, una institución de contenido cívico y ha de desempeñar un papel decisivo en la profundización de la democracia. De este modo, ha de abrirse al mundo profesional y tomar en consideración las necesidades reales de la sociedad.

Además, es preciso destacar que la formación permanente representa la concreción de la educación a lo largo de toda la vida: a partir de ahora, la trayectoria educativa se extiende a lo largo de todo el tiempo vital. Y esa trayectoria de aprendizaje ha de ser accesible a todos por igual, ya que como proclama la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), el acceso a los estudios ha de ser igual para todos, en función de los méritos respectivos. ¿Logrará el siglo XXI hacer realidad el ideal de Sócrates, quien ya desde la Antigüedad proclamó como principio considerar a la educación como una tarea para toda la vida?

 

Metodología

El estudio es de tipo descriptivo, bajo un diseño documental - bibliográfico, con el objetivo de conocer la educación tradicional como un modelo de enseñanza centrada en el estudiante. Para ello, se empleó la  revisión  documental a fin de recopilar  y analizar  la  información  proveniente de  diversas  fuentes  como  entrevistas  docentes, memorias de congresos,  investigaciones  y  publicaciones  que  permitieron  realizar  el  registro  documental  de  las  referencias,  en función de  interpretarlas.

 

CONSIDERACIONES Y REFLEXIONES

El mundo cambia segundo a segundo pero la educación ha evolucionado muy poco. Si miramos atrás, vemos que existen muchas cosas de las disponemos hoy en día, tales como: la tecnología, los programas de televisión, los libros... que hace treinta años no existían. La sociedad ha evolucionado y con ello los niños y niñas también han cambiado.

Los niños de la actualidad son más conscientes de muchas cosas del mundo que les rodea de lo que han sido las generaciones pasadas. Por ello, la escuela no se puede construir sobre cómo era antes, independientemente, si ese modelo funcionaba o no, ya que era un momento diferente y los niños/as de generaciones anteriores nada tienen que ver con los jóvenes de hoy.

Los entornos de aprendizaje de los alumnos siguen siendo con pupitres y sillas y horarios definidos por asignaturas separadas. Los alumnos pueden decirte exactamente donde estarán sentadas el jueves a las diez y veinte de la mañana y con qué asignatura y profesor están trabajando. Todo es monótono y predecible. La escasa motivación de los alumnos y el elevado fracaso escolar me hacen replantearme si las herramientas que se han utilizado hasta el momento para llegar a nuestros alumnos son las adecuadas. Creo que es necesaria una reorientación de la metodología hacia un modelo más cercano al mundo real.

Todavía se piensa en la educación como una acumulación de conocimientos técnicos y prácticos. Debemos abandonar el concepto tradicional de la educación que consiste en: el profesor emite conocimientos, el alumno lo escucha y acumula para después ser evaluado a través de un examen. El modelo educativo tradicional convierte a los niños en personas más pasivas. Los profesores son quienes proporcionan los datos, el conocimiento y los alumnos en cambio, son los receptores. De este modo, la capacidad creativa de los niños se va reduciendo ya que el maestro les proporciona todo lo que necesitan.

 

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